La excelente revista Cultura Urbana, de la UACM

De la Joranda:

Elena Poniatowska

Poco después de que comenzara sus indispensables tareas académicas en beneficio de miles de jóvenes estudiantes de la urbe chilanga, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) dio a conocer la revista Cultura Urbana. Tal nombre dice con justeza lo que busca y lo que alcanza la publicación: presentar periódicamente aspectos centrales, no siempre perceptibles a primera vista, pero sin falta vivos en sus niveles esenciales, del pensamiento, la literatura, las artes visuales, el pensamiento en el Distrito Federal y en otras megalópolis.

Lo ha conseguido, no puede dudarse. Número tras número aborda asuntos de interés desde ópticas no convencionales y sin falta críticas. En tal sentido, tampoco hay duda del carácter democrático que la impulsa, en plena fidelidad con el de la UACM. Jóvenes escritores, como Rowena Bali (quien también es la jefa de redacción) o Javier Escalera y Jaime Zentella, por mencionar a unos cuantos de un puñado abundante y de veras prometedor, incursionan en la narrativa, el ensayo, la poesía con indudables aires de renovación.

Desde su arranque, alrededor de hace un lustro, la revista ha contado con el apoyo generoso, como no duda en calificar su fundador y director (el escritor Juan José Reyes, animador afortunado de otras publicaciones previamente), de autores reconocidos. En primer sitio, sin duda, hallo dos nombres recurrentes: el de nuestro siempre presente Carlos Monsiváis y el de Vicente Leñero. Y, junto a ellos, Cultura Urbana ha logrado reunir una nómina sin exageración de primera línea. Por ejemplo, en un número centrado en las Mujeres de palabra colaboraron Rosa Beltrán, Ana García Bergua, Carmen Boullosa, Mónica Lavín y otras escritoras notables. En uno, mucho más reciente, los lectores encuentran textos sobre el periodismo mexicano de los propios Monsiváis y Leñero, y de Miguel Ángel Granados Chapa, José María Espinasa, Luis Humberto Crosthwaite, Tanius Karam, una entrevista con el excelente caricaturista de La Jornada, Antonio Helguera, acompañados de escritos desconocidos en nuestro medio de Norman Mailer, Evtushenko, Kapuscinsky, José Emilio Pacheco, Bárbara Jacobs, Federico Campbell, Enrique Serna, Guillermo Samperio, Ernesto Lumbreras, Magaly Tercero, Leo Eduardo Mendoza, David Huerta (uno de los coordinadores editoriales, junto con el poeta y ensayista Óscar González), José Kozer, Alicia García Bergua, Francisco Hernández, Conrado Tostado, Alberto Blanco, Jorge López Páez, Armando Ramírez, Francisco Hinojosa, Luis Villoro (entrevistado por Concepción Ruiz-Funes), Agustín Monsreal, Blanca Luz Pulido, Hugo Gutiérrez Vega, Alberto Chimal, Adolfo Castañón y Óscar de la Borbolla son parte de un elenco variado y que difícilmente podría hallarse en otra publicación en nuestros días.

Juan José Reyes, hijo y nieto de escritores y filósofos, leyó todos los libros de la biblioteca de su padre, Salvador Reyes Nevares, y fue el nieto consentido de su abuela, la Agatha Christie mexicana, María Elvira Bermúdez, quien le enseñó a analizar y a sacar conclusiones que formaron su carácter autocrítico y su erudición fuera de serie.

Si alguien conoce a fondo la vida literaria de México es Juan José Reyes, quien la mira desde lo alto de su generosidad.

El fruto de sus insaciables lecturas son sus ensayos, artículos, reseñas de temas que van desde el futbol, el béisbol, la historia de México hasta el análisis de grandes escritores mexicanos y españoles, como Rosario Castellanos (de quien fue ahijado), Jorge Ibargüengoitia, Ricardo Garibay, Fernando Savater, Carlos Fuentes, José de la Colina, Vicente Leñero, Carlos Monsiváis, Guillermo Cabrera Infante, José María Gallegos Rocafull, Ana García Bergua, Julio Derbez, Nedda. G. de Anhalt, Jorge López Paez y muchos más. En Juan José se conjugan el lector voraz y el crítico lúcido e imparcial, las dos caras de una moneda difícil de encontrar en el México actual.

Una ciudad tan viva y tan amada como la nuestra ha de tener su correspondencia en una publicación como la de la UACM, crítica, abierta a la rememoración (como en su entrega acerca del movimiento del 68 o en la de los edificios capitalinos emblemáticos) y al presente intrincado y que no deja de ser fuente de nuevos alientos y nuevas creaciones (como en el número sobre el barrio de Tepito). Una publicación que felizmente se suma al impulso democrático que mueve para siempre a la ciudad. Ilustradores, moneros, fotógrafos excelentes conviven en Cultura Urbana con escritores que comienzan sus caminos o que han encontrado ya su rumbo con fortuna. La revista ha alcanzado ya, desde hace tiempo, una promisoria madurez, avalada por sus lectores: estudiantes, académicos, lectores deseosos de disfrutar la riqueza que, a veces escondida, en ocasiones del todo respirable y siempre compartible, los que aquí vivimos y creamos sin cesar y hemos disfrutado en grande los 35 números de la revista cultural de la UACM.

Con Cultura Urbana la Universidad Autónoma de la Ciudad de México consigue una significativa presencia en la vida cultural del país y fortalece el conocimiento de los estudiantes al divulgar manifestaciones de arte que ignoraríamos sin sus ya imprescindibles aportes.


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